martes, 28 de enero de 2020

Requiem for a dream: Sueño de tres estaciones



Como película:
Es de esas películas que trascienden el mero entretenimiento y se transforman en una experiencia, en este caso devastadora y estéticamente hermosa a la vez, contrastando todo el tiempo elementos como el amor juvenil, la amistad, el amor maternal vs. drogas, anorexia y la siempre indomable pulsión de muerte humana jugando con la autodestrucción.
Sí, trata sobre adicciones: a las drogas, a la televisión, a la imagen de la delgadez extrema, al sexo, al dinero, a la fantasía...
La historia se divide en tres partes (tres estaciones del año), comenzando con un verano bastante caótico, pero lleno de buenas expectativas y pronósticos favorables sobre lo que podría ser el desenlace de la trama y sobre el rumbo que tomará la vida de los protagonistas. Con el otoño llegan los problemas y la caída de las ilusiones de los personajes, concluyendo en el invierno con un final frío y poco feliz (sería más adecuado decir "terrible, perturbador, deprimente"). No hay primavera porque nada florece ni renace.
La trama, los personajes y las actuaciones logran tocar la sensibilidad del espectador mediante la temática-fantasma que atraviesa a toda la película: la desesperación, la nostalgia de un pasado mejor, la melancolía.
Dicha temática puede percibirse sobre todo con la oscuridad del soundtrack compuesto por Clint Mansell (tuve ese tema de alarma un tiempo y puedo decir que me despertaba épicamente); también en lo visual, que es totalmente dinámico, yendo desde tomas completamente oscuras y toscas hasta imágenes de ensueño.
Me gustó mucho la secuencia audiovisual característica de la película de cuando consumen drogas (también incluye a Sara Goldfarb prendiendo la tele), aludiendo a cierta sistematización o acto mecánico, cotidiano, completamente involuntario.
No recomendable para personas que están pasando por un mal momento emocional, al menos a mí me arruinó por un rato la psique.

Dato de color: Los Simpsons hacen referencia a ella en el capítulo "La encrucijada de Lisa".

Como crítica social: 
Como estudianta de humanidades no puedo dejar de resaltar la crítica implícita que constituye el haber tocado temas como: venta de drogas, consumo, prostitución, burocratización de la medicina, farmacias, medios de comunicación (y su eterno mensaje de "autoayudate solito que vos podes, y de paso no nos jodas"), estereotipos de belleza, cárceles, psiquiatría, etc.
El final, en sí mismo, con Marion sonriendo obteniendo lo que buscaba (necesitaba) podría considerarse una crítica en torno al eje del canon de belleza hegemónico y al capitalismo "tardío" en su combinación por excelencia: una mujer bonita, joven, delgada, dispuesta a tener sexo y un hombre (en este caso un grupo) no necesariamente joven ni atractivo, pero con una billetera abultada y cero ética que está dispuesto a pagar por ella. La humillación humana es algo que literalmente se puede comprar con plata, porque la plata es sinónimo de "poder hacer lo que quiera" y hoy en día (y siempre) hay mucha gente que por distintas circunstancias y necesidades está dispuesta a dejarse hacer lo que sea a cambio de una suma de dinero (a definir).
Todo esto pudo haber sido intencional, o no. El punto es que deja entrever todo el tiempo cómo estas aristas causan estragos física, psíquica y socialmente en los vínculos con los otros, que se van desmoronando a medida que avanza la película y los problemas.

Me encantó, me pareció excelente, difícil de ver, cruda, incómoda, agobiante por momentos (medio que la sensación de hambre al comienzo te la transmiten), desesperante y estéticamente hermosa.



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