sábado, 7 de febrero de 2015

The comfort in being sad

Estar bien - Empezar a estar contenta - estar mal.
El ciclo interminable de cómo y por qué cuando estoy en una situación de lo más normal o cotidiana necesito irme, estar sola, calmarme y no llorar.
Es como si una parte de mi no pudiera permitirse estar bien. Es como si cada vez que estoy relativamente feliz un maremoto de pensamientos bajoneantes me golpeen el cráneo hasta explotar.
Es como si me gustara estar triste.
Puedo entender lo que dice Kurt Cobain en Frances farmer will have her revenge on Seattle: "Extraño la comodidad de estar triste"; y no siento que extrañar esa comodidad pertenezca a un presente feliz, sino que a veces uno necesita salir de esa comodidad depresiva, apática, abúlica y enfermiza. Uno intenta salir de eso y cuando lo logra, pensamientos negativos atacan otra vez a esa parte de la mente que está bien.
¿Se está realmente cómodo siendo triste? Creo que sí ¿Es mi culpa? No.
Es increíble a las cosas que las personas pueden acostumbrarse, yo me acostumbré a estar triste. Si estoy contenta con algo, en alguna parte de mi cerebro sé que no es por mucho tiempo. Se está cómodo siendo triste porque a eso es lo que a veces una persona se llega a reducir, a tristeza; y cuando la tristeza se expresa en tu forma de hablar, en tu manera de enojarte, en tu manera de sentir, de llorar o de reír, cuando se convierte en el motor de tu vida, en lo que te impulsa a querer sentirte bien, uno se empieza a preguntar: Si no estuviera triste ¿Seguiría siendo yo? En mi caso la tristeza se traduce a lo visible con el malhumor. Soy una persona relativamente tranquila y no suelo tener peleas o problemas directos con personas, pero soy malhumorada y soy consciente de que ese malhumor es contagioso.
Lo peor es nunca saber si contar las cosas que nunca nadie te va a poder solucionar o llevarte todo eso a lo más introvertido de tu persona. No poder decidir si sos una buena o una mala influencia para los demás. No poder hablar con nadie, básicamente.
De cualquier manera que lo piense siempre termino sola.
Lo peor es que mañana seguramente lea esto y no pueda creer que estuve tan mal como para escribirlo, pero lo estuve y muy en el fondo, lo voy a seguir estando. Es como si mi yo fuéramos dos yo; una que sufre y otra que se ríe de la que sufre.

Extraño la comodidad de estar triste porque cuando escribo estas cosas es como si hubiera perdido el control y no me sintiera cómoda con estarlo. La comodidad de estar triste es seguir con tu vida pretendiendo que nada pasa, reírte, ser hija, ser amiga, ser hermana y pretender que se está bien.
Es responder justamente "bien" a la pregunta "¿Cómo andás?
Es no querer hacer nada por miedo a lastimar a alguien.
Es estar simplemente triste y nada más. Es la comodidad de la nada misma.

miércoles, 28 de enero de 2015

Fitter, happier

En mejor forma, más feliz.
Más productivo.
Cómodo.
No bebiendo demasiado.
Ejercicio regular en el gimnasio.
(3 días a la semana).
Llevándote mejor con tus empleados asociados actuales.
A gusto.
Comiendo bien (no más almuerzos de microonda y grasas saturadas).
Un paciente mejor conductor.
Un auto más seguro.
(bebé sonriendo en asiento trasero).
Durmiendo bien (sin sueños malos).
Sin paranoia.
Cuidadoso con los animales.
(nunca tirando arañas por el desagüe).
Estar en contacto con viejos amigos
(disfrutar de un trago ahora y entonces).
Verificar frecuentemente el crédito en un (moral)
banco (agujero en la pared).
Favores por favores.
Afectuoso pero  no enamorado. 
Pedido fijo de caridad.
Los domingos desviarse al supermercado.
(No matar polillas o echar agua hirviendo a las hormigas).
Lavar el auto (también los domingos).
No más miedo a la oscuridad o a las sombras del mediodía.
Nada tan ridículamente adolescente y desesperado.
Nada tan infantil.
A mejor paso
Más lento y mejor calculado.
Sin escapatoria.
Ahora trabajador autónomo.
Preocupado (pero poderoso).
Un fortalecido e informado miembro de la sociedad
(pragmatismo no idealismo).
No llorar en público.
Menos propicio a enfermarse.
Neumáticos que se agarren al suelo húmedo
(foto de bebé asegurado en asiento trasero).
Una buena memoria.
Todavía llora con una buena película.
Todavía besa con saliva.
No más vacío y frenético
como un gato 
atado a un palo 
que es llevado 
a un invierno congelado de mierda
(la habilidad de reír en la debilidad).
Calma.
Más en forma, más sano y más productivo.
Un cerdo
en una caja
con antibióticos.



 

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